¿Qué Cámara es mejor?. ¿Cual debo comprar para hacer una Película o un Cortometraje en 2020?
La eterna pregunta… ¿Qué cámara debo de comprar?, ¿Qué cámara por el precio más barato me va a dar la mejor calidad de imagen?… Nos pasamos horas mirando vídeos de Youtube comparando calidades, la misma cámara con diferentes ópticas y buscando que cámara por el menor precio nos va dar la opción que más se parezca a la imagen de cine que tanto ansiamos.
Cuando realmente lo primero en que tenemos que pensar lógicamente, es en cuánto dinero disponemos realmente, qué tipo de proyecto vamos a realizar y si hacer un gasto desorbitado en una cámara va a servir para cubrir todas mis expectativas.
Por mi experiencia lo mejor es intentar ser lo más práctico y realista posible. La verdad es que queremos hacer una película ya, tenemos que hacer una película ya, es absurdo perder más tiempo soñando con cámaras o con equipos que probablemente muy a largo plazo vayas a conseguir. Por lo que la mejor opción se convierte en intentar comprar aquella cámara que como mínimo me dé una imagen decente para la película que quiero hacer.Todo esto contando que tengamos algo de presupuesto para poder invertir por lo que si no es tu caso la mejor opción será que conozcas a alguien que te la pueda dejar, invitar a una persona que tenga cámara a que te ayude en el proyecto o directamente si dispones de Smartphone pues a jugársela y a grabar, hoy en día las cámaras de los teléfonos móvil son de mucha calidad y luego en montaje se pueden hacer maravillas. En conclusión, lo que realmente te quiero decir es que la Cámara se tiene que convertir en una ayuda y no en un problema y aquí lo más importante es que hagas todo lo posible para empezar cuanto antes a rodar y no te quedes en un rincón de tu casa llorando porque no te llega para comprarte una Red One,suponiendo que tengas casa,rincones y lagrimas.
Cámaras hay 50 mil, tu guión,la historia que has escrito,los personajes que has creado y como vas a contarlo eso es único,eso es lo que realmente te debe de importar.
Antes de empezar a rodar el cortometraje de Dientes de Otro, estuvimos dándole muchas vueltas a este tema, de hecho empezamos con un equipo técnico muy superior a lo que en principio teníamos pensado, se sumaron al proyecto un ayudante de dirección y un director de fotografía que traían su propio equipo técnico, con unas cámaras pepino y unas lentes analógicas de los años 80 que el propio director de fotografía después de hablar con Manuel, había pensado que podían encajar perfectamente en el proyecto. Sin embargo después del primer día de rodaje cuándo se empezó a montar la secuencia (Manuel siempre monta después de grabar, de hecho después del rodaje, lo primero que hace al llegar a casa es pasar todo el bruto al ordenador y echar un ojo a lo que hay grabado y dependiendo de sus primeras impresiones sabemos si se va a complicar la cosa o no… *Normalmente es lo contrario, si en un principio le gusta…malo y si piensa que es una ponzoña normalmente la cosa cambia para bien*) nos dimos cuenta que la imagen estaba muy bien, era todo un Wow!!!. Nunca habíamos tenido algo con tanta calidad de imagen. Sin embargo el asombro y la motivación del principio pasó a un demasiado perfecta, todo lo que en un principio nos interesaba de calidad de imagen, no funcionaba del todo en un conjunto para lo que queríamos contar. Además de esto ya hablaremos más adelante en los consejos sobre producción, pero resulta que el equipo técnico no era de nuestra ciudad y no podíamos disponer del material con la facilidad que precisábamos para nuestra forma de trabajar, ellos tenían aparte otros proyectos y estaban a 100 km de donde nosotros rodábamos y eso a la hora de crear un proyecto es un inconveniente muy importante que hay que tener en cuenta… complicarse lo más mínimo, porque la película en sí misma ya se encargará de complicarse por ella sola.
Cuando no se tiene ni idea de que esa secuencia de rodaje se va a repetir como el día de la marmota…
El director de fotografía sabiamente aconsejó a Manuel que para el estilo que queríamos rodar y sobretodo lo más importante como lo queríamos contar, la mejor opción era que él fuera el propio ojo, que él fuera el cámara. Y al final optamos por la primera opción que teníamos, que era grabar con mi Canon 600D. A lo largo del proyecto, muchas veces nos encontramos en esta misma situación, que probablemente con nuestra ingenua intención de cambiar o de pensar que lo que hacíamos era un salto de calidad, siempre terminábamos volviendo al principio, en definitiva a lo que realmente somos y a lo que realmente honestamente debíamos contar.
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